viernes, 19 de junio de 2015

Crítica - Mad Max: Furia en la carretera. Una versión a la altura de sus predecesoras

Existen varios casos en el cine en los que la acción se desarrolla en escenarios "áridos", donde los protagonistas de la historia que se narra en la pantalla, deben adaptarse a un entorno hostil para sobrevivir a cualquier precio. Por citar algunos ejemplos, podemos adentrarnos en el desértico planeta de la película Dune, - dirigida por David Lynch en 1984 -, atrevernos a explorar los misterios de Marte en Planeta Rojo - año 2000 -, o acompañar al actor Vin Diesel en cualquiera de las cintas en las que interpreta al temible Riddik, el macarra espacial numero uno, mientras lucha contra la flora y la fauna de los planetas que visita. Pero sin duda, una de las películas de ciencia ficción que mejor ha sabido explotar el tema del entorno hostil antes mencionado es la saga futurista que os ha llevado a leer esta crítica: Mad Max.

Ante todo aclarar que Mad Max: Furia en la carretera, no es una secuela, sino un remake, aunque la diferencia en este caso no es muy significativa, ya que las anteriores películas de Mad Max eran autoconclusivas, al estilo de las aventuras de Indiana Jones o James Bond quien, por cierto, estrena una nueva entrega este año. La historia se centra en las andanzas de Max, una especie de justiciero solitario que, tras perder a su familia (o eso da a entender el film) es capturado por los soldados/siervos de un tirano que domina una ciudad (si se le puede llamar así) donde la mayor parte de la población se encuentra sometida bajo su bota, y a la que domina por medio del control del recurso más preciado de este particular mundo futurista: el agua. Os dejo una frase del villano que ilustra muy bien el tema, y que pronuncia mientras corta la llave de paso del agua, tras suministrar una breve dosis al sediento populacho: "No os volváis adictos al agua, podrá con vosotros y sufriréis su ausencia". Un tipo agradable.


Y he aquí el quid de la película que, al igual que sus predecesoras, se centra en dos líquidos fundamentales para la supervivencia; uno se bebe, el otro, se usa para mantener el control y la posibilidad de expandirse a otras zonas: la gasolina. Siempre me pareció muy original el empleo de la dualidad entre estos dos elementos opuestos. Mientras uno da la vida, el otro, la quita, y este contraste continúa funcionando muy bien en 2015, mostrando un escenario donde la carencia de recursos lleva a cometer los actos más despreciables por parte de los privilegiados que tienen acceso a ellos.

Pero metámonos bien en la película. La parte más resaltable es, sin lugar a dudas, la acción de la misma, llevada a cabo mediante un ritmo frenético que no da ni un respiro al espectador, quien crispará sus manos sobre el apoyabrazos de la butaca en más de una ocasión. Desde luego se ha realizado un gran esfuerzo para transmitir unas imágenes cargadas de intensidad y adrenalina en un remolino de golpes, choques y peleas sobre ruedas, lo que facilita mucho la tarea de inmersión en la acción. No obstante existe un "pero", ya que dicho frenesí audiovisual a menudo se sitúa en el límite de lo que nuestra retina puede captar y nuestro cerebro procesar, dada la velocidad a la que transcurren las cosas.

Un aspecto a destacar de la película es la luz y la fotografía tanto de las escenas de día, en las que transcurre la acción, y las correspondientes a la noche, que dan un breve respiro a tanta violencia y golpe de volante (justificado todo, tranquilos). En ambos casos, el tono de luz empleado es duro, fuerte, lo que ayuda a transmitir la idea de encontrarnos en un mundo hostil tanto a pleno sol - colores amarillos y rojos intensos - como bajo las estrellas - un azul penetrante, abrupto.

El guión es bastante básico, lo que se agradece, ya que no estamos ante una cinta con un gran
argumento a desarrollar. Hemos venido a ver a Max pasarlo mal en la carretera y coches que explotan, y la película cumple las expectativas con creces. Por cierto, me gustaría detenerme en los coches, ya que son un punto fuerte de la saga que continúa manteniendo un alto nivel de originalidad, con nombres tales como "Pie Grande" o "Gigacaballo". Podéis echarles un vistazo en el siguiente enlace.


En cuanto al trabajo actoral, hay que decir que los protagonistas hacen un papel más que aceptable, aunque confieso quien llamó más mi atención no fue Max ni los antagonistas de la peli, un grupo de desagradables mutantes corrompidos por dentro y por fuera, muy bien caracterizados, que causarán más de un momento de repulsión en la sala. En mi opinión, Furiosa, la protagonista femenina encarnada por Charlize Theron, es sobre quien recae la mayor parte de la gloria interpretativa, aunque claro, al pobre Tom Hardy tampoco se lo han puesto muy fácil con cuatro frases simplonas tipo "Soy un hombre con un solo instinto: sobrevivir" y un par de gruñidos. Parece que su papel de Bane en Batman, la leyenda renace, ha sido tan decisivo en su carrera que piensan en el para encarnar a personajes similares, o sea, poco comunicativos. Hasta le han puesto la misma máscara en la cara...

En resumen, se trata de una obra hecha para los fans de Mad Max y para los amantes de la adrenalina y las emociones fuertes, bastante entretenida, que hará las delicias de los habituales del género. Además, parece que será una trilogía, así que tendremos combustible para rato.  Eso si, llevaos un par de botellas de agua al cine. Seguro que las necesitaréis.


Lo mejor: Una buena adaptación que no decepcionará a los fans de Mad Max

Lo peor: El ritmo frenético en ocasiones puede resultar un poco mareante.




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