miércoles, 19 de octubre de 2011

El cine negro español toca techo con El Crack y su secuela

La semana pasada, en TVE1, emitieron una película española llamada El Crack, dirigida por José Luis Garci e interpretada por Alfredo Landa en el año 1981. Empecé a verla porque, para ser sincero, no había nada en los demás canales que atrajese mi atención (alguna película de acción gratuita, concursos pelmazos, famosetes de tres al cuarto insultándose...) No había oído hablar de ella con anterioridad y, la verdad, tenía el dedo preparado para cambiar de canal de nuevo al menor signo de aburrimiento. Ahora, mientras escribo esto, debo agradecer a la telebasura su existencia, ya que sin ella, no habría descubierto esta gran película... y su secuela: El Crack Dos (si, con letra)

Esta obra de Garci cuenta las andanzas de Germán Areta, "el Piojo", un detective privado ex-policía de Madrid, amargado a causa de su trabajo y del ambiente de ese mundillo de suburbio nocturno al que pertenece, genialmente recreado en la película. Se sitúa así el Madrid de principios de los 80 y sus gentes como los verdaderos protagonistas, a los que el director dedica bastante tiempo del film, mostrando al público su cara más auténtica a base de imágenes de diferentes zonas, entre las que destacan la parte de Gran Vía y alrededores. Uno de los más entrañables personajes de estos dos films es el barbero del Piojo, apodado "Rocky", el cual le relata, cada vez que va a afeitarse, algún combate de boxeo de cuando, según dice, estuvo viviendo en Nueva York.

Alfredo Landa en una escena de "El Crack Dos"
Mientras veía la película, no dejaba de pensar en Harry, el sucio, rodada 10 años antes pero con los mismos ingredientes: un personaje principal traicionado por el sistema en el que creía y que ahora sigue sus propios criterios a la hora de establecer la línea que separa lo correcto de lo incorrecto, y una sociedad decadente donde abunda el crimen y la corrupción incluso en las más altas esferas.

Seguro que todos hemos visto alguna película que responda a esta descripción pero, desde luego, esta es de las pocas españolas de ese genero que consiguen que sus casi dos horas de duración pasen en un suspiro debido, no tanto a un ritmo trepidante de la acción, sino a la interpretación de los personajes y a la profundidad y fluidez de unos diálogos geniales, a la vez que castizos. Un ejemplo: "el Piojo" se ha citado con un antiguo compañero de su época de policía en la cafetería de un hotel del centro para sacarle información. Atención al diálogo que tienen nada más verse:

-Es usted como el gitano de la copla.
-Conozco muchas coplas de gitanos.
-Pues yo solo conozco una que dice: "Cada vez que en mi camino te cruzas, gitano, es para hacerme llorar." 
-"Pues echa tus lágrimas en mi pañuelo, bonita, que me las llevaré a Graná"

Pero sin duda la joya de la corona es Alfredo Landa. El actor hace un papel soberbio de tipo duro que no tiene nada que perder, con una mirada que te hiela la sangre mientras fuma sin parar. El personaje consigue transmitir perfectamente al espectador una imagen melancólica y resignada con tal profundidad que hace que uno se pregunte cómo es posible que se trate del mismo que protagonizó Un curita cañón o Los novios de mi mujer. Desde luego el cambio ha sido para bien.

En cuanto a la trama, tanto en la primera como en la segunda película, exige un pequeño esfuerzo por parte del público en cuanto a su nivel de atención, ya que la historia a veces hila bastante fino y, si el espectador no está atento, podría perderse algún detalle clave para entenderlo todo.


En resumen, tanto la primera como la segunda parte son dos grandes obras muy recomendables que no dejarán indiferente a nadie y que, a lo mejor, como me pasó a mi, os hará sentir una especie de nostalgia de esta ciudad a la que pertenezco y de un tiempo que, en mi caso, no me ha tocado vivir.

Espero que os guste.

Lo mejor: La dirección y los actores. Unos planos muy bien escogidos.

Lo peor: Las películas tienen ya unos años, y la calidad del sonido no es muy buena.

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